ROMANCE QUE DICEN: “ABENÁMAR, ABENÁMAR”.
-“Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había:
estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida.
Moro que en tal signo nace,
no debe decir mentira.”
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
-“No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía.
Por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría”
-“Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?;
altos son y relucían”.
-“El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita;
los otros los Alijares,
labrados a maravilla:
el moro que los labraba
cien doblas [1] ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía”.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-“Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla”.
-“Casada soy, rey don Juan,
casada, que no viuda; [2]
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería”. [3]
NOTAS. [1] Doblas. Monedas de oro. [2] Casada, que no viuda. Irregularidad
métrica: falla la asonancia de la rima. [3] Querer bien. Amar, estar enamorado.
El romance de Abenámar es característico de la última etapa de la Reconquista: el
árabe -insistimos en ello- ya no es visto como un enemigo peligroso, sino como el
habitante de una parte del suelo español que ama hondamente la tierra en que vive.
El apóstrofe acentúa la fuerza del inicio in media res. En el verso 24 se utilizan las
formas verbales de un modo aparentemente anárquico (“altos son y relucían”), ya que
lo que debe estar en presente aparece en imperfecto; pero con este traslado temporal
se logra un sugestivo efecto poético, que culmina con la personificación de la ciudad
al final del poema, y tras haber seleccionado algunos de los detalles que mejor la
caracterizan.
Algunas versiones musicales.
Romance de Abenámar (Abenámar, Abenámar, moro de la morería), del s.XV,
perteneciente al Romancero Viejo, con música compuesta e interpretada por Daniel
Pattier. https://www.youtube.com/watch?v=zzjXq63srF4
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Cookies estrictamente necesarias
Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.
Si desactivas esta cookie no podremos guardar tus preferencias. Esto significa que cada vez que visites esta web tendrás que activar o desactivar las cookies de nuevo.
One Comment
Fernando Carratalá Teruel
ROMANCE QUE DICEN: “ABENÁMAR, ABENÁMAR”.
-“Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había:
estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida.
Moro que en tal signo nace,
no debe decir mentira.”
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
-“No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía.
Por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría”
-“Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?;
altos son y relucían”.
-“El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita;
los otros los Alijares,
labrados a maravilla:
el moro que los labraba
cien doblas [1] ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía”.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-“Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla”.
-“Casada soy, rey don Juan,
casada, que no viuda; [2]
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería”. [3]
NOTAS. [1] Doblas. Monedas de oro. [2] Casada, que no viuda. Irregularidad
métrica: falla la asonancia de la rima. [3] Querer bien. Amar, estar enamorado.
El romance de Abenámar es característico de la última etapa de la Reconquista: el
árabe -insistimos en ello- ya no es visto como un enemigo peligroso, sino como el
habitante de una parte del suelo español que ama hondamente la tierra en que vive.
El apóstrofe acentúa la fuerza del inicio in media res. En el verso 24 se utilizan las
formas verbales de un modo aparentemente anárquico (“altos son y relucían”), ya que
lo que debe estar en presente aparece en imperfecto; pero con este traslado temporal
se logra un sugestivo efecto poético, que culmina con la personificación de la ciudad
al final del poema, y tras haber seleccionado algunos de los detalles que mejor la
caracterizan.
Análisis del poema a cargo de Lluís Busqutes i Grabulosa.
http://iesfredericmarti.xtec.cat/moodle/pluginfile.php/5013/mod_resource/
content/1/abenamar.pdf
Algunas versiones musicales.
Romance de Abenámar (Abenámar, Abenámar, moro de la morería), del s.XV,
perteneciente al Romancero Viejo, con música compuesta e interpretada por Daniel
Pattier.
https://www.youtube.com/watch?v=zzjXq63srF4
Paco Ibáñez.
https://www.youtube.com/watch?v=kPQpkFrgetc
L’ensemble Henri Agnel à Monte Carlo Doualiya – Music Hour avec Mayssa Issa.
https://www.youtube.com/watch?v=EqvpTWS_ths
Virgilio Maia (traducción al judeo español). Voz de Cñésar Barreto.
https://www.youtube.com/watch?v=D-TFIwLpsu4