Este poema de Antonio Machado, incluido en *Soledades, Galerías y otros poemas*, presenta una escena familiar melancólica: el regreso de un hermano que partió en la infancia y ahora vuelve envejecido. El ambiente es sombrío y otoñal, reflejando el paso del tiempo y la nostalgia. El hermano, con las sienes plateadas y una mirada ausente, parece marcado por los años y por las experiencias vividas lejos.
El poeta describe cómo la familia observa en silencio, mientras la tarde avanza y el hermano parece perdido en sus pensamientos. A través de preguntas retóricas, Machado sugiere que el hermano tal vez añora su juventud perdida, lamenta oportunidades no vividas o sueña con un futuro que ya no llegará. El otoño y la luz declinante simbolizan la vejez y la melancolía.
El hermano reprime sus emociones, mostrando una “viril hipocresía” para no dejar ver su dolor. El ambiente de la sala, el retrato en la pared y el tic-tac del reloj refuerzan la sensación de tiempo detenido y de tristeza compartida pero silenciosa.
Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano
que en el sueño infantil de un claro día
vimos partir hacia un país lejano.
Hoy tiene ya las sienes plateadas,
un gris mechón sobre la angosta frente;
y la fría inquietud de sus miradas
revela un alma casi toda ausente.
Deshójanse las copas otoñales
del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales,
se pinta, y en el fondo del espejo.
El rostro del hermano se ilumina
suavemente. ¿Floridos desengaños
dorados por la tarde que declina?
¿Ansias de vida nueva en nuevos años?
¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó —la pobre loba— muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?
¿Sonríe al sol de oro,
de la tierra de un sueño no encontrada;
y ve su nave hender el mar sonoro,
de viento y luz la blanca vela henchida?
Él ha visto las hojas otoñales,
amarillas, rodar, las olorosas
ramas del eucalipto, los rosales
que enseñan otra vez sus blancas rosas…
Y este dolor que añora o desconfía
el temblor de una lágrima reprime,
y un resto de viril hipocresía
en el semblante pálido se imprime.
Serio retrato en la pared clarea
todavía. Nosotros divagamos.
En la tristeza del hogar golpea
el tic-tac del reloj. Todos callamos.
Autor
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Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!
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