Comentario
En los versos de Ernestina de Champourcín, emerge un barrio bañado de silencio y humedad, un escenario casi cinematográfico en el que el tiempo parece detenerse entre la niebla y las luces trémulas de la tarde. La escena se abre con el “vejete sucio” que fuma la colilla de la tarde gris, un personaje tan modesto como evocador, cuya pipa rota se convierte en símbolo de la rutina y la persistencia cotidiana ante la melancolía del entorno. A su alrededor, la vida bullente de las niñas “mariposas”, que surcan el barrio rumbo al baile en un Citroën, introduce un contrapunto de ligereza y movimiento frente a la quietud del anciano. El contraste es clave porque enmarca los diferentes ritmos vitales presentes en el poema.
Uno de los elementos más sugerentes reside en el tratamiento de la luz y la niebla, que no solo aportan atmósfera sino que sugieren el paso del tiempo y la ambigüedad entre realidad y sueño, cual telón de fondo sobre el que se proyectan emociones diversas. El “fanal” que “sumerge su marcha de aceite en el turbio espejo de los aguazules” es una imagen poderosa, con reminiscencias de la poesía simbolista y del Generación del 27, grupo al que pertenece la autora y que explora la síntesis entre modernidad y tradición. Palabras como “encharcado” y “triste” subrayan el tono melancólico y difuso, enmarca el barrio como espacio de recuerdo y soledad.
El poema sugiere una coral de existencias: mientras las “niñas mariposas” vuelan festivas hacia el Ritz, dos parejas juegan “a quererse siempre”, atrapadas en una promesa fugaz que el aire se lleva. Así, la autora teje un juego de contrastes entre lo efímero y lo perenne, lo trivial y lo trascendente; los besos y los autos “borrachos de prisa” que persiguen un jazz devorador son imágenes llenas de pulso urbano y modernidad. Es posible leer aquí ecos de otros poetas de la época —como Vicente Aleixandre o Luis Cernuda— que exploran la modernidad de la ciudad y la soledad del individuo, aunque el tono de Champourcín se distingue por su delicada atención a los matices emocionales del paisaje cotidiano.
La repetición de acciones cotidianas (“rellenar la pipa”, “teje la niebla”) subraya una rutina que, lejos de ser anodina, se reviste de una introspección casi filosófica. El poema encierra, en sus imágenes, una meditación sobre el paso del tiempo y la presencia del olvido, temáticas persistentes en la obra de la autora. La fusión entre lo anecdótico y lo poético genera una experiencia estética que invita, con naturalidad, a detenerse y observar las cosas pequeñas: la niebla, la luz, el humo, los besos, la música de la ciudad son aquí materia de poesía. Ernestina de Champourcín encuentra belleza en el detalle y dignidad en los destellos efímeros.
Audio: Víctor Villoria
Barrio silencioso de Ernestina de Champourcín
Barrio silencioso, encharcado y triste;
un vejete sucio
fuma la colilla de la tarde gris
en su pipa rota.
Niñas mariposas, vuelan en citroen al baile del Ritz.
Sumerge un fanal su marcha de aceite
en el turbio espejo de los aguazules.
Juegan dos parejas
a quererse siempre
dibujando besos que se lleva el aire.
El vejete logra rellenar su pipa
con el vellón suave
que teje la niebla…
Los autos persiguen, borrachos de prisa
un jazz que devora su propia estridencia.
Ernestina de Champourcín, Poesías sueltas, 1925-40
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Autor
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Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.
Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!
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