Canción resistente de Luis García Montero

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By Víctor Villoria

Canción resistente de Luis García Montero

En este poema el poeta articula una reflexión profunda sobre cómo la memoria se convierte en un acto de resistencia política y existencial.

La estructura descansa sobre un movimiento temporal muy calculado. No se trata de una mera enumeración de hechos, sino de una progresión que marca diferentes momentos en la vida de una conciencia. La primera estrofa sitúa al lector en los orígenes: «al nacer en un tiempo sin excusas», frase que contiene una carga irónica considerable. La ausencia de excusas sugiere un mundo sin responsabilidades, una realidad que no se disculpa por su dureza. Desde esa infancia oscura, el poeta «escribí lentamente la novela de un niño», buscando entre «sórdidas estampas» aquellos detalles que hacen la vida hermosa: «una rosa amarilla y una copa de vino». Estos dos elementos—flor y bebida—no son casuales; constituyen símbolos que atraviesan toda la composición como una especie de hilo de Ariadna que conecta los distintos períodos vitales.

La segunda estrofa marca la transición hacia la madurez. El «momento de las calles» y los «cuerpos desnudos en el aire de un símbolo» evocan una época de compromiso, de inmersión en lo público, probablemente aludiendo a esos años donde la juventud se lanza hacia el cambio social. La reiteración del verbo buscar—«Esos fueron mis años. Yo busqué»—refuerza la idea de una búsqueda constante, esta vez con matices diferentes: la rosa ha cambiado de color, de «amarilla» a «encarnada», sugiriendo una intensificación de la pasión o quizás una maduración del deseo. La copa de vino permanece, pero ahora representa no solo un símbolo de placer individual, sino también de convivencia, de celebración compartida en espacios públicos.

García Montero pertenece a esa generación de poetas de los años ochenta cuya marca distintiva fue recuperar lo cotidiano como materia poética sin renunciar al compromiso histórico. Esta tendencia, frecuentemente denominada «poesía de la experiencia», buscaba rescatar la voz individual en un momento de posmodernidad, sin caer por ello en un mero esteticismo. En «Canción resistente», esa postura se manifiesta de manera clara: la vida privada y la memoria íntima se presentan como actos de resistencia contra el olvido sistemático que la realidad impone.

La tercera estrofa introduce un giro narrativo crucial. El poeta abandona el pretérito y se sumerge en el presente: «Hay tardes en que alguno de vosotros me llama por teléfono y me regala un libro». Esta irrupción de lo contemporáneo, de los objetos mediadores del siglo veintiuno como el teléfono, señala cómo la memoria no es un asunto del pasado clausurado, sino algo vivo que se renueva constantemente a través de las relaciones humanas. La frase «Canción es la memoria» constituye la declaración poética central del texto: la memoria no es simplemente recuerdo, sino expresión artística, acto de creación que cobra sentido en el presente. La rosa ha mutado nuevamente—ahora es «la rosa del desierto»—, un símbolo de belleza en contextos de aridez, de esperanza donde la realidad ofrece poco. La copa de vino sigue presente, pero el contexto ha cambiado: ya no es búsqueda angustiosa, sino convivencia afectuosa garantizada por amigos que envían libros, que mantienen viva la conversación.

La cuarta y última estrofa cierra el círculo con una paradoja inquietante: «No fue la realidad, fue solamente una de sus canciones la que trajo el olvido». En este verso, García Montero opera un giro filosófico profundo: no fue la realidad material la que generó el olvido, sino una canción de esa realidad, es decir, una representación. Esto sugiere que la realidad en sí no aniquila; es la narrativa que se construye sobre ella, la versión oficial, lo que efectivamente borra las posibilidades alternativas. La «rosa morada»—un color que no existe en la naturaleza con la plenitud que aquí se evoca, una rosa casi fantástica o surrealista—sigue presidiendo el final del poema, acompañada siempre por la copa de vino. Estas imágenes finales no son resignadas sino desafiantes: persisten «sobre el cadáver de las diez preguntas», es decir, después de todas las dudas, todas las incertidumbres, todas las interrogaciones que la vida plantea.

La repetición de los símbolos de la rosa y la copa de vino constituye el mecanismo fundamental de cohesión del poema. Esta técnica de variación sobre un tema recurrente es característica de la poética de García Montero. Los cambios de color en la rosa—amarilla, encarnada, del desierto, morada—no son decorativos, sino que marcan las transformaciones en la experiencia vital. Son colores que evocan estados emocionales distintos, contextos históricos, grados de intensidad. La copa de vino, por su parte, mantiene su presencia con una constancia casi ritual, recordando al lector que la vida, a pesar de todo, debe ser celebrada, compartida.

Canción resistente.

Al nacer en un tiempo sin excusas,
escribí lentamente la novela de un niño.
Yo buscaba entre sórdidas estampas
una rosa amarilla y una copa de vino.

Después llegó el momento de las calles,
de los cuerpos desnudos en el aire de un símbolo.
Esos fueron mis años. Yo busqué
una rosa encarnada y una copa de vino.

Hay tardes en que alguno de vosotros
me llama por teléfono y me regala un libro.
Canción es la memoria. Todavía
la rosa del desierto y una copa de vino.

No fue la realidad, fue solamente
una de sus canciones la que trajo el olvido.
Sobre el cadáver de las diez preguntas
una rosa morada y una copa de vino.

Luis García Montero, La intimidad de la serpiente, 2003

Autor

  • Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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