Quevedo. Justifica su tintura un tiñoso

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By Víctor Villoria

Justifica su tintura un tiñoso de Quevedo

En este soneto burlesco, Francisco de Quevedo construye una confesión irónica sobre la decisión de un anciano de teñirse la barba para ocultar las canas que revelan el paso del tiempo. Con el ingenio característico del Barroco español y el estilo conceptista que lo define, el poeta convierte un gesto de vanidad cotidiano en una reflexión humorística sobre la vejez, el engaño social y la imposibilidad de detener el tiempo.

El tema central gira en torno a la tensión entre apariencia y realidad, encarnada en el acto de teñir las canas. Desde el primer verso, «la edad» aparece personificada como una «lavandera de bigotes», una imagen doméstica que despoja a la vejez de solemnidad y la convierte en algo familiar y cotidiano. Esta lavandera no limpia, sino que blanquea, dejando en la barba del poeta las marcas de los años como si fueran manchas de jabón imposibles de eliminar. La metáfora culinaria se extiende cuando Quevedo afirma que guisa su «niñez con almodrotes», es decir, que disfraza su juventud perdida con una salsa espesa de ajo y queso, sugiriendo que su intento de rejuvenecer es tan artificial como un plato recalentado.

La referencia a «mostachos Escariotes» resulta especialmente ingeniosa: alude a Judas Iscariote, quien en la iconografía medieval y renacentista se representaba con barba y cabello rojizos como símbolo de traición. Al comparar su barba teñida con la de Judas, Quevedo reconoce con humor que está traicionando la verdad de su edad, engañando a quien lo mire. Esta autoacusación burlesca refleja la capacidad del poeta para reírse de sí mismo mientras ejecuta una crítica más amplia sobre las convenciones sociales que obligan a disimular la vejez.

Los tercetos profundizan en la justificación del engaño. La expresión «mejor es cuervo hechizo que canario» sintetiza la preferencia por la apariencia juvenil (el negro del cuervo frente al amarillo del canario viejo). La barba se convierte en «cienvinos todo entero», una mezcla cromática que evoca los distintos tipos de vino: tinto, blanco, verde y hasta medicinal («letuario»). Esta imagen del vino sugiere que la barba, como el licor, ha pasado por diversos procesos de fermentación y envejecimiento, y ahora el poeta intenta restaurar su color original mediante la tintura del tintero.

El verso final, «luego es restitución la del tintero», cierra el soneto con una justificación irónica perfecta: teñirse no es mentir, sino restituir el estado natural perdido. Quevedo emplea aquí un argumento sofístico típico del conceptismo, donde las palabras se retuercen para defender lo indefendible con apariencia lógica. La «restitución» suena a acto de justicia, cuando en realidad encubre la vanidad de quien no acepta su propia vejez.

En el tono del poema domina el humor paródico, ese rasgo tan quevediano de convertir la propia imagen en objeto de burla sin perder dignidad literaria. La acumulación de metáforas domésticas (lavandera, guiso, jalbegadura) contrasta con la elevación formal del soneto, creando un efecto cómico que desmitifica tanto la vejez como la vanidad masculina. Quevedo no busca conmover ni moralizar directamente; prefiere mostrar la ridiculez humana a través del ingenio verbal, convirtiendo un tema menor en un ejercicio magistral de agudeza conceptista donde cada verso encierra juegos de palabras, alusiones cultas y giros inesperados que obligan al lector a descifrar el sentido bajo la superficie burlesca.

Justifica su tintura un tiñoso

La edad, que es lavandera de bigotes,
con las jabonaduras de los años
puso en mis barbas a enjugar sus paños
y dejó mis mostachos Escariotes.

Yo guiso mi niñez con almodrotes 
y mezclo pelos rojos y castaños,
que la nieve que arrojan los antaños
aun no parece bien en los cogotes.

Mejor es cuervo hechizo que canario;
mi barba es el cienvinos todo entero, 
tinto y blanco y verdea y letuario…

Negra fue siempre, negra fue primero;
jalbegola después el tiempo vario,
luego es restitución la del tintero.

Francisco de Quevedo

Autor

  • Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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