Al que ingrato me deja de Sor Juana Inés

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By Víctor Villoria

Al que ingrato me deja de Sor Juana Inés de la Cruz

El soneto «Al que ingrato me deja, busco amante» de Sor Juana Inés de la Cruz constituye uno de los mejores ejemplos de la llamada casuística amorosa, ese conjunto de composiciones en las que la poeta disecciona las paradojas del sentimiento. Escrito probablemente durante la segunda mitad del siglo XVII, el poema refleja la maestría de una escritora que dominaba a la perfección los códigos del Barroco mientras les imprimía su sello personal e inconfundible.

El tema central del soneto gira en torno a uno de los dilemas emocionales más universales: la incapacidad de amar a quien nos ama y la atracción irremediable hacia quien nos rechaza. La voz poética, claramente femenina, expone su situación sentimental atrapada en un triángulo donde ella ama a quien la desdeña y es amada por quien no puede corresponder. Esta circunstancia, lejos de presentarse como un simple lamento, se convierte en materia de reflexión racional que desemboca en una decisión práctica y sorprendentemente moderna.

La estructura del soneto responde a los cánones clásicos del género: dos cuartetos que plantean el conflicto mediante una sucesión vertiginosa de antítesis —es decir, contraposiciones de ideas opuestas— y dos tercetos que conducen hacia una resolución. En los primeros ocho versos, Sor Juana construye un juego de espejos donde cada acción tiene su reverso: «Al que ingrato me deja, busco amante; / al que amante me sigue, dejo ingrata». La simetría es perfecta, casi matemática, y produce en el lector la sensación de estar ante un laberinto sin salida. El verso «constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante» intensifica esa sensación circular mediante el recurso de la correlación, esa figura que establece correspondencias entre elementos distribuidos en el poema.

El segundo cuarteto introduce la metáfora del «diamante» para representar la dureza emocional: tanto ella como su amado esquivo se muestran impenetrables el uno con el otro. La hipérbole —esa exageración expresiva tan característica del Barroco— aparece en versos como «triunfante quiero ver al que me mata, / y mato al que me quiere ver triunfante», donde los verbos «matar» y «triunfar» elevan el conflicto amoroso a una dimensión casi bélica.

Los tercetos presentan el nudo emocional en toda su crudeza: «Si a éste pago, padece mi deseo; / si ruego a aquél, mi pundonor enojo». Cualquier decisión conduce a la infelicidad: corresponder a quien la ama supone traicionar su deseo auténtico, mientras que perseguir a quien la rechaza hiere su dignidad, su «pundonor». La palabra clave aquí es «entrambos», que resume la imposibilidad de escapar del dilema por los caminos convencionales.

La resolución llega en el terceto final con una lógica que podría calificarse de pragmática y orgullosa: «Pero yo, por mejor partido, escojo / de quien no quiero, ser violento empleo, / que, de quien no me quiere, vil despojo». La voz poética decide aceptar ser amada por quien no ama antes que humillarse ante quien la desprecia. El razonamiento es claro: aunque ninguna opción resulta plenamente satisfactoria, el orgullo y la dignidad propia valen más que la persecución estéril de un amor no correspondido. Esta conclusión, que antepone la razón al sentimiento desbocado, constituye uno de los rasgos más característicos de la poesía amorosa de Sor Juana.

Desde el punto de vista formal, el soneto exhibe todos los recursos del conceptismo barroco: la condensación del pensamiento, los juegos de palabras, las antítesis encadenadas y la agudeza mental. A diferencia del culteranismo gongorino, más preocupado por la belleza sensorial del lenguaje, el conceptismo busca asombrar mediante el ingenio y la profundidad del pensamiento. Sor Juana domina ambas corrientes, pero en este soneto prevalece la voluntad de claridad argumentativa, aunque envuelta en el característico virtuosismo verbal de la época.

Este poema dialoga con una larga tradición que se remonta a los epigramas latinos de Catulo y Ausonio, donde ya aparecía el tópico del amor como paradoja irresoluble. El célebre verso de Catulo «Odi et amo» («Odio y amo») late en el fondo de estas «encontradas correspondencias» que Sor Juana disecciona con precisión de anatomista. Sin embargo, la novedad reside en que aquí es una mujer quien analiza, decide y actúa, invirtiendo los roles tradicionales de la poesía amorosa donde el varón se limitaba a lamentarse ante la dama inalcanzable. La poeta no espera pasivamente: evalúa las opciones y elige con la cabeza, aunque el corazón proteste.

La vigencia del soneto reside precisamente en esa universalidad del conflicto que plantea. Siglos después de su composición, cualquier lector puede reconocerse en ese desajuste entre el deseo y la realidad, en esa tendencia humana a querer lo que se nos niega y desdeñar lo que se nos ofrece. Sor Juana no moraliza ni condena: observa, analiza y propone una salida digna. En apenas catorce versos, la Décima Musa —como la llamaban sus contemporáneos— condensó una de las verdades más incómodas sobre la naturaleza caprichosa del amor humano.

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago , padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo .


Sor Juana Inés de la Cruz

Autor del audio: Maya Zapata
Audio procedente de aquí.

Autor

  • Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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