Vivir es caminar breve jornada de Quevedo

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By Víctor Villoria

Vivir es caminar breve jornada de Quevedo.

Publicado en El Parnaso español (1648), este soneto de Francisco de Quevedo dirigido a un destinatario llamado Lico constituye una meditación filosófica sobre la naturaleza fugaz de la existencia humana. El tema central es la vida como muerte en curso, presentando cada instante vital como paso hacia la aniquilación. El tono es grave y sentencioso, propio de la poesía moral del Barroco español que contempla la existencia desde la perspectiva del desengaño y la conciencia de la finitud.

El primer cuarteto establece dos definiciones paradójicas de la vida. «Vivir es caminar breve jornada» presenta la vida como viaje corto, imagen del tópico clásico de la vita brevis (vida breve). La metáfora del camino o jornada era frecuente en la literatura moral para expresar el carácter transitorio de la existencia. La segunda definición es más radical: «y muerte viva es, Lico, nuestra vida». Esta oxímoron extraordinaria afirma que la vida es «muerte viva», es decir, un proceso de morir activo, no un estado estable sino una agonía continua. Los versos siguientes explican esta idea: la vida es «ayer al frágil cuerpo amanecida, / cada instante en el cuerpo sepultada». El cuerpo «amaneció» ayer (comenzó a vivir), pero «cada instante» de esa vida es simultáneamente un instante de sepultura, de enterramiento progresivo. La vida no conduce a la muerte sino que es muerte en proceso, cada momento nos entierra un poco más.

El segundo cuarteto desarrolla la idea de la insignificancia de la existencia mediante una construcción sintáctica compleja. «Nada que, siendo, es poco, y será nada / en poco tiempo que ambiciosa olvida»: lo que existe («siendo») es ya «poco» (insignificante), y «será nada» (desaparecerá completamente) «en poco tiempo», un tiempo breve que la vida «ambiciosa olvida», es decir, que ignora por su deseo vano de perdurar. Los versos siguientes continúan: «pues de la vanidad mal persuadida / anhela duración, tierra animada». La vida humana, descrita como «tierra animada» (materia terrestre temporalmente dotada de alma o movimiento), está «mal persuadida / de la vanidad», es decir, mal convencida o engañada por la vanidad, y por eso «anhela duración», desea permanencia. Esta expresión «tierra animada» es particularmente potente: reduce al ser humano a su componente material (tierra) que momentáneamente respira, negando cualquier trascendencia.

El primer terceto describe el autoengaño de la esperanza. «Llevada de engañoso pensamiento / y de esperanza burladora y ciega / tropezará en el mismo monumento». La vida, personificada, es «llevada» (conducida, arrastrada) por un «pensamiento engañoso» y por una «esperanza burladora y ciega». La esperanza es «burladora» porque se ríe de quien confía en ella, y es «ciega» porque no ve la realidad. Conducida por estas fuerzas ilusorias, la vida «tropezará en el mismo monumento», es decir, chocará con su propia tumba («monumento» es el sepulcro). La imagen sugiere que la vida camina distraída por sus ilusiones hasta que súbitamente se encuentra con la muerte, sin haber tenido tiempo de prepararse.

El terceto final desarrolla una comparación marítima que intensifica la idea de la inconsciencia ante la muerte. «Como el que divertido el mar navega / y sin moverse vuela con el viento / y antes que piense en acercarse llega». El navegante «divertido» (distraído, entretenido) cruza el mar sin darse cuenta de que está siendo llevado por el viento. «Sin moverse vuela»: permanece inmóvil en el barco pero vuela (avanza rápidamente) gracias al viento que impulsa la nave. Y «antes que piense en acercarse llega»: antes de que tenga conciencia de que se está aproximando a su destino, ya ha llegado. Esta imagen del viajero que arriba a puerto sin haberse dado cuenta del trayecto funciona como alegoría perfecta de la vida: creemos estar al principio del viaje cuando ya hemos alcanzado el final, pensamos que tenemos tiempo por delante cuando la muerte ya nos ha alcanzado.

Este soneto pertenece a la tradición de la poesía moral barroca que desarrolla el tópico del tempus fugit (el tiempo huye) y del memento mori (recuerda que morirás). La influencia del pensamiento estoico es evidente en la actitud de desengaño que desmiente las ilusiones de permanencia. La comparación con el navegante distraído evoca también la tradición clásica que presentaba la vida como navegación peligrosa donde el ser humano debe mantenerse vigilante. La estructura del soneto es arquitectónicamente perfecta: dos cuartetos que definen la vida como muerte progresiva e insignificancia vanidosa, y dos tercetos que describen el encuentro súbito con la muerte por parte de quien vivió distraído por falsas esperanzas. El lenguaje es denso y conceptista, característico de Quevedo, acumulando paradojas («muerte viva», «tierra animada»), personificaciones (la esperanza burladora, el pensamiento engañoso) y metáforas complejas que exigen del lector una atención sostenida para desentrañar los múltiples niveles de significado. Este poema representa la visión más pesimista de Quevedo sobre la condición humana, donde la vida aparece despojada de cualquier consuelo y reducida a proceso de aniquilación progresiva que solo la vanidad y el autoengaño impiden ver con claridad.

Vivir es caminar breve jornada
y muerte viva es, Lico , nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada.

Nada que, siendo, es poco, y será nada
en poco tiempo que ambiciosa olvida;
pues de la vanidad mal persuadida
anhela duración, tierra animada.

Llevada de engañoso pensamiento
y de esperanza burladora y ciega
tropezará en el mismo monumento .

Como el que divertido el mar navega
y sin moverse vuela con el viento
y antes que piense en acercarse llega.

Francisco de Quevedo, El Parnaso español, 1648

Autor

  • Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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