Romance del rey don Sancho. Romancero viejo

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By Víctor Villoria

Romance del rey don Sancho

El Romance del rey don Sancho forma parte del ciclo épico del Cerco de Zamora, uno de los episodios más dramáticos de la historia medieval castellana que el romancero viejo convirtió en materia poética. Los hechos históricos se remontan al año 1072, cuando el rey Sancho II de Castilla, tras haber despojado a sus hermanos de sus reinos, puso cerco a la ciudad de Zamora, última plaza que resistía bajo el gobierno de su hermana doña Urraca. Lo que ocurrió entonces quedaría grabado para siempre en la memoria colectiva: un traidor llamado Bellido Dolfos salió de la ciudad fingiendo desertar, ganó la confianza del rey y lo asesinó con alevosía.

El romance comienza de forma abrupta, sin preámbulos ni contexto, con un imperativo de advertencia: «Guarte, guarte, rey don Sancho». Esta técnica narrativa, característica del romancero viejo, arroja al oyente directamente al centro de la acción, creando una atmósfera de urgencia y peligro inminente. La repetición de «guarte» (guárdate, ten cuidado) intensifica la sensación de alarma, como si alguien —probablemente un vasallo leal— intentara evitar lo inevitable.

La voz narradora insiste: «no digas que no te aviso», estableciendo así su función de mensajero del destino. Le advierte que de dentro de Zamora ha salido «un alevoso», término medieval que designaba al traidor, al que comete una acción vil contra quien le ha dado confianza. El nombre del traidor se revela con una estructura que subraya la herencia de la vileza: «llámase Bellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido». Esta inversión de nombre y patronímico no es casual; enfatiza que el hijo es tan traidor como el padre, estableciendo una genealogía de la traición.

El romance enumera las traiciones previas de Bellido: «cuatro traiciones ha hecho, y con ésta serán cinco». Esta acumulación numérica sirve para magnificar la gravedad del personaje y subrayar que quien traiciona una vez, traicionará siempre. La sentencia final es categórica: «si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo». Cada generación supera a la anterior en perfidia, en una escalada moral descendente que caracteriza a esta estirpe maldita.

Tras la advertencia, el romance salta directamente al desenlace trágico. Los gritos en el real (el campamento militar) anuncian la catástrofe: «que a don Sancho han mal herido». La noticia se difunde como un clamor colectivo, expresando el horror que provoca el regicidio. La siguiente línea confirma lo peor: «muerto le ha Bellido Dolfos, gran traición ha cometido». La repetición del concepto de traición («alevoso», «traidor», «traición») martillea en el poema, subrayando que este no es un asesinato ordinario, sino un acto que rompe todos los códigos del honor caballeresco.

El asesino huye inmediatamente: «Desque le tuviera muerto, metióse por un postigo». El postigo es una puerta pequeña y secundaria en las murallas medievales, usada para entradas y salidas discretas. Bellido no entra por la puerta principal como un héroe victorioso, sino que se escabulle como lo que es: un traidor cobarde que debe ocultarse tras los muros protectores de Zamora.

Una vez dentro de la ciudad, Bellido recorre «las calles de Zamora va dando voces y gritos», anunciando su hazaña. Sus palabras finales revelan que la traición formaba parte de un plan: «Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido». Esta frase sugiere que doña Urraca habría prometido algo —quizá una recompensa, quizá protección— a cambio del asesinato de su hermano. El romance deja abierta la cuestión de la culpabilidad de Urraca, pero la insinuación es poderosa: ¿fue ella la instigadora intelectual del magnicidio?.

Este romance condensa en apenas veinte versos octosílabos con rima asonante —la estructura típica del romancero viejo— un episodio histórico de enorme trascendencia. La muerte de Sancho II permitió que su hermano Alfonso VI subiera al trono de Castilla, convirtiéndose en uno de los reyes más poderosos de la Reconquista y en el señor del propio Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. El romance no necesita explicar estos antecedentes ni consecuencias; su función es capturar el momento dramático de la traición, el grito de alarma que llega demasiado tarde, el horror colectivo ante un crimen que cambiará el curso de la historia.

La economía narrativa del romance es admirable: sin adornos retóricos, sin descripciones innecesarias, el poema va directo al corazón del conflicto. La repetición de conceptos clave (traición, aviso, gritos) y la estructura dialogada en la primera parte crean un efecto de testimonio directo, como si estuviéramos escuchando a un testigo presencial que intenta, desesperadamente, evitar lo inevitable. El romancero viejo transforma así la historia en leyenda, preservando para las generaciones futuras no solo los hechos, sino también la emoción, el miedo y la indignación que provocó uno de los episodios más oscuros de la Castilla medieval.

Aquí tienes el vídeo original y aquí tienes más romances.

-Guarte, guarte, rey don Sancho           
no digas que no te aviso                      
que de dentro de Zamora                     
un alevoso ha salido:                
llámase Bellido Dolfos,
hijo de Dolfos Bellido,               
cuatro traiciones ha hecho,                   
y con ésta serán cinco;             
si gran traidor fue el padre,                  
mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real:                
que a don Sancho han mal herido:                    
muerto le ha Bellido Dolfos,                  
gran traición ha cometido.                    
Desque le tuviera muerto,
metióse por un postigo;
por las calles de Zamora                      
va dando voces y gritos:           
-Tiempo era, doña Urraca,                    
de cumplir lo prometido.

Autor del audio: Víctor Villoria

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Autor

  • Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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