Vencidos de León Felipe
Incluido en Versos y oraciones del caminante (1920), «Vencidos» es uno de los poemas más emblemáticos de León Felipe y constituye una reinterpretación profundamente personal del mito de Don Quijote. El tema central es la identificación del poeta con el Quijote derrotado que regresa a su aldea tras ser vencido en Barcelona, estableciendo un paralelismo entre la derrota del caballero andante y el desaliento existencial del poeta. El tono es melancólico pero también íntimo y confesional, con una voz que se dirige directamente al personaje cervantino como si fuera un compañero de infortunio.
El poema se abre con una imagen recurrente que funciona como estribillo: «Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar». Este verso inicial sitúa la escena en el paisaje emblemático de La Mancha, pero el «se vuelve a ver» sugiere una visión repetida, casi fantasmal, del caballero que retorna. La descripción que sigue subraya la derrota: «Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, / y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar». La armadura está «ociosa» (sin uso) y «abollada» (golpeada, deformada), y el caballero va también «ocioso», sin los elementos defensivos del peto (protección del pecho) y el espaldar (protección de la espalda). Esta desnudez de protecciones sugiere vulnerabilidad total.
La razón de este estado se explica mediante repeticiones que intensifican el efecto: «va cargado de amargura, / que allá encontró sepultura / su amoroso batallar». El Quijote va «cargado de amargura» porque su «amoroso batallar» (sus batallas motivadas por el amor a Dulcinea y a los ideales caballerescos) «encontró sepultura», es decir, murió definitivamente. La estrofa siguiente precisa el lugar de la derrota: «que allá ‘quedó su ventura’ / en la playa de Barcino, frente al mar». La referencia es al episodio de la segunda parte del Quijote de Cervantes donde el Caballero de la Blanca Luna (en realidad el bachiller Sansón Carrasco disfrazado) derrota a Don Quijote en la playa de Barcelona («Barcino»), obligándolo a renunciar a la caballería y regresar a su aldea. Allí «quedó su ventura» (su buena fortuna, su destino heroico).
Tras repetir el estribillo que sitúa de nuevo la figura del Quijote pasando por la llanura manchega, el poeta intensifica el estado emocional: «Va cargado de amargura, / va, vencido, el caballero de retorno a su lugar». El término «vencido» es clave y da título al poema. El Quijote regresa «a su lugar» (su aldea, su realidad cotidiana) como derrotado. Es en este punto donde el poema cambia de perspectiva y el poeta interviene directamente interpelando al personaje: «¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura, / en horas de desaliento así te miro pasar!». El poeta confiesa que muchas veces, en sus propias «horas de desaliento», ve pasar al Quijote vencido, sugiriendo una visión interior, una proyección de su propio estado anímico en la figura del caballero derrotado.
Lo que sigue es un ruego urgente y conmovedor: «¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura / y llévame a tu lugar». El poeta pide al Quijote que le haga sitio en su cabalgadura (el «rucio» o asno, no Rocinante) y lo lleve con él «a tu lugar», es decir, a la aldea, al retiro, al abandono de la lucha. La petición se repite con insistencia: «hazme un sitio en tu montura, / caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura / que yo también voy cargado / de amargura / y no puedo batallar!». El poeta se identifica completamente con el Quijote vencido: él también va «cargado / de amargura» y confiesa «no puedo batallar», es decir, ha perdido la capacidad o la voluntad de seguir luchando. La apelación «caballero derrotado» no es despectiva sino fraterna, de quien reconoce en el otro su propio estado.
La súplica continúa: «Ponme a la grupa contigo, / caballero del honor, / ponme a la grupa contigo, / y llévame a ser contigo / pastor». Ahora el poeta pide ir «a la grupa» (montado detrás) del «caballero del honor», término que recupera la dignidad del Quijote a pesar de su derrota. El destino deseado es revelador: «llévame a ser contigo / pastor». Esta referencia alude al proyecto del Quijote vencido en la novela de Cervantes: tras renunciar a la caballería, planea convertirse en pastor, vivir en el campo dedicado a la poesía bucólica. León Felipe pide compartir ese retiro pastoral, esa vida sencilla alejada de las batallas y ambiciones, esa existencia de pastor que representa renuncia al heroísmo y aceptación de una vida humilde y contemplativa.
El poema cierra repitiendo el estribillo inicial: «Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar…», ahora con puntos suspensivos que sugieren continuidad, persistencia de la visión. Este poema es característico de León Felipe por su tono profético y confesional, su uso del verso libre de métrica irregular pero con ritmo marcado por repeticiones, y sobre todo por su apropiación del mito quijotesco como símbolo de la derrota noble. Para León Felipe, y para muchos intelectuales españoles del siglo XX, Don Quijote representaba no tanto al héroe victorioso sino al idealista derrotado por la realidad, al que lucha por causas perdidas y debe aceptar finalmente la imposibilidad de transformar el mundo. La identificación del poeta con el Quijote vencido refleja el desaliento de una generación que presenció guerras, exilios y fracasos colectivos, y que encontró en la figura cervantina un símbolo de dignidad en la derrota, de nobleza en el fracaso, de hermandad en la amargura compartida.
Audio: León Felipe
Vencidos
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
León Felipe, Versos y oraciones del caminante, 1920
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Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.
Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!
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