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Diego Hurtado de Mendoza. El autor y su obra
Diego Hurtado de Mendoza (1503/1504-1575) representa una de las figuras más completas y fascinantes del Renacimiento español, destacando tanto por su brillante carrera diplomática al servicio de Carlos V y Felipe II como por su valiosa producción literaria y su labor como humanista y coleccionista. Nacido en el seno de la ilustre familia Mendoza en Granada, aunó en su persona las cualidades del aristócrata culto, el diplomático sagaz, el poeta innovador y el historiador riguroso. Su obra poética, que abarcó desde la lírica amorosa de inspiración petrarquista hasta la sátira más mordaz, contribuyó decisivamente a la aclimatación de las formas métricas italianas en España, situándolo junto a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán en la primera generación de poetas renacentistas españoles. Su prosa historiográfica, especialmente la Guerra de Granada, constituye un testimonio fundamental para comprender el conflicto morisco, mientras que su biblioteca, una de las más ricas de su tiempo, acabó enriqueciendo los fondos de El Escorial tras su muerte.
Primeros años y formación intelectual
Diego Hurtado de Mendoza nació en Granada, probablemente en la Alhambra, entre 1503 y 1504, en el corazón de una de las familias aristocráticas más poderosas e influyentes de España. Era hijo de Íñigo López de Mendoza, segundo conde de Tendilla y capitán general del Reino de Granada, encargado de la defensa y gobierno del recién conquistado territorio granadino. Su linaje paterno le vinculaba directamente con el Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, poeta destacado del siglo XV y uno de los primeros introductores del soneto en Castilla, lo que explica la temprana inclinación literaria de Diego. Esta ascendencia noble y humanista marcó profundamente su formación, proporcionándole acceso a una educación privilegiada que combinaba el estudio de las armas con las letras, según el ideal renacentista del cortesano.
Su formación intelectual se completó durante sus años en Italia, donde residió entre 1539 y 1554, desempeñando diversas misiones diplomáticas. En ciudades como Venecia, Roma, Trento, Padua y Bolonia, Hurtado de Mendoza tuvo acceso directo a los círculos humanistas italianos más refinados, entró en contacto con las corrientes filosóficas neoplatónicas y estudió los clásicos grecolatinos en sus ediciones más cuidadas. Esta prolongada estancia italiana resultó decisiva para su desarrollo como humanista: aprendió griego con profundidad, coleccionó manuscritos antiguos, reunió una magnífica biblioteca y cultivó relaciones con los intelectuales más destacados de su tiempo. La Italia renacentista no solo le proporcionó una formación humanística de primer orden, sino que también le permitió conocer de primera mano la poesía italiana contemporánea, especialmente el petrarquismo, que ejercería una influencia determinante en su producción lírica.
Carrera literaria y contexto histórico
La carrera de Diego Hurtado de Mendoza se desarrolló en uno de los períodos más complejos y trascendentales de la historia española y europea: el siglo XVI, marcado por el apogeo del Imperio de Carlos V, la Reforma protestante, la Contrarreforma católica y los conflictos religiosos que sacudieron Europa. Su vida profesional estuvo indisolublemente ligada a la diplomacia imperial, sirviendo con dedicación tanto al emperador Carlos V como a su hijo Felipe II. Entre 1539 y 1546 ejerció como embajador en Venecia, una de las ciudades más cultas y cosmopolitas de Europa, donde pudo familiarizarse con la vida intelectual italiana y establecer contactos con humanistas, poetas y eruditos. Durante el Concilio de Trento (1545-1547), acontecimiento crucial en la respuesta católica a la Reforma protestante, Hurtado de Mendoza participó activamente representando los intereses de la Corona española.
Posteriormente desempeñó el cargo de embajador en Roma (1547-1552), donde su habilidad diplomática fue puesta a prueba en las difíciles negociaciones con el papado. También sirvió como embajador en Siena y en Inglaterra, demostrando una capacidad extraordinaria para desenvolverse en los complejos entramados políticos de la época. Su carrera literaria se desarrolló paralelamente a estas actividades diplomáticas, aunque gran parte de su poesía circuló de forma manuscrita y no fue publicada hasta después de su muerte. Su producción poética se inició en las formas tradicionales castellanas, con composiciones en octosílabos propias de la tradición cancioneril, pero evolucionó hacia la adopción del verso italiano, convirtiéndose en uno de los primeros cultivadores del soneto en España. Esta evolución refleja el tránsito del mundo medieval al renacentista que caracterizó la primera mitad del siglo XVI español.
Tras su regreso definitivo a España, Hurtado de Mendoza vivió los turbulentos años de la rebelión de los moriscos de las Alpujarras (1568-1571), conflicto que conoció de cerca dada su vinculación familiar con Granada. Este acontecimiento le proporcionó la materia prima para su obra historiográfica más importante, la Guerra de Granada, redactada con el rigor de un historiador y el estilo de un humanista formado en los modelos clásicos. En 1568 sufrió el destierro de la corte debido a enfrentamientos con otros nobles, retirándose a Granada, donde se dedicó intensamente a sus estudios y a la escritura. Murió en Madrid en 1575, dejando un legado extraordinario que abarcaría tanto la literatura como la erudición humanística.
Análisis de obras principales
La Guerra de Granada constituye sin duda la obra en prosa más importante de Diego Hurtado de Mendoza y representa uno de los testimonios historiográficos fundamentales del siglo XVI español. Redactada tras la rebelión de los moriscos en las Alpujarras (1568-1571), esta crónica histórica narra con minucioso detalle el levantamiento de la población morisca granadina contra la Corona, sus causas profundas, el desarrollo del conflicto bélico y las consecuencias de la brutal represión que condujo a la expulsión definitiva de los moriscos del Reino de Granada. Hurtado de Mendoza, que conocía profundamente tanto la región como sus habitantes por su vinculación familiar con el territorio, ofrece una perspectiva compleja que, sin renunciar a su condición de cronista cristiano, reconoce las injusticias cometidas contra la población morisca y analiza las tensiones culturales y religiosas que desembocaron en la tragedia. La obra destaca por su estilo historiográfico inspirado en los modelos latinos clásicos, especialmente Tácito y Salustio, presentando una prosa elegante, sobria y analítica que contrasta con las crónicas más propagandísticas de la época. El autor incorpora discursos, descripciones topográficas detalladas y reflexiones políticas que convierten la obra en un texto de gran valor literario y documental, revelando además una mirada crítica sobre las políticas imperiales y los abusos de poder que contribuyeron al conflicto.
En el ámbito de la poesía amorosa de inspiración italiana, Hurtado de Mendoza cultivó extensamente el soneto, forma métrica que contribuyó a aclimatar en España junto a Garcilaso y Boscán. Sus sonetos amorosos revelan una profunda asimilación del petrarquismo, explorando los temas característicos de esta corriente: el amor idealizado, la belleza femenina descrita mediante tópicos y metáforas codificadas (ojos como soles, cabellos de oro, cutis como nieve y rosas), el sufrimiento del amante, las antítesis y paradojas del sentimiento amoroso, y la reflexión sobre el paso del tiempo y la fugacidad de la hermosura. Sus composiciones demuestran un dominio técnico del endecasílabo y de la estructura del soneto, manejando con soltura los encabalgamientos, las rimas y los efectos sonoros característicos de la lírica renacentista. Algunos de sus sonetos presentan, no obstante, un tratamiento más reflexivo y filosófico del amor, incorporando elementos del neoplatonismo renacentista y mostrando una capacidad notable para la introspección psicológica. Esta vertiente culta de su poesía circuló principalmente en manuscritos entre círculos selectos y no fue publicada hasta 1610, en una edición póstuma preparada por fray Juan Díaz Hidalgo que, significativamente, excluyó toda la producción burlesca del poeta para preservar la imagen digna del aristócrata.
La poesía burlesca, satírica y erótica representa otra faceta fundamental de la producción literaria de Hurtado de Mendoza, aunque durante mucho tiempo fue relegada o incluso censurada por considerarse incompatible con su dignidad nobiliaria. En esta vertiente destacan poemas como La pulga, La zanahoria y La caña, composiciones que se inscriben en la tradición de la poesía bernesca italiana, caracterizada por el tratamiento cómico y desinhibido de temas cotidianos, escatológicos o sexuales mediante un lenguaje ingenioso que combina lo culto con lo popular. Estas obras revelan un Hurtado de Mendoza muy diferente al diplomático grave o al poeta petrarquista: un escritor capaz de emplear la ironía, la parodia y el humor más descarnado para satirizar costumbres, ridiculizar tipos sociales o explorar la sensualidad con una libertad expresiva notable. La transmisión manuscrita de estos poemas fue abundante, lo que demuestra su popularidad en los círculos letrados de la época, aunque las atribuciones resultan a veces problemáticas debido precisamente a su circulación anónima o pseudónima. Esta producción burlesca conecta a Hurtado de Mendoza con una tradición satírica que se remonta a los clásicos latinos (Catulo, Marcial, Ovidio) y que tendría continuidad en la literatura española del Siglo de Oro.
Finalmente, merece especial mención la Fábula de Adonis, Hipómenes y Atalanta, obra mitológica que desarrolla temas procedentes de las Metamorfosis de Ovidio, uno de los autores latinos que mayor influencia ejerció sobre Hurtado de Mendoza. Esta composición, escrita en octavas reales, representa el interés renacentista por la mitología clásica como fuente de belleza poética y de reflexión sobre las pasiones humanas. La fábula narra las historias entrelazadas de estos personajes míticos, explorando temas como el amor, el deseo, la competición, el destino y la metamorfosis, con un lenguaje rico en imágenes sensuales y referencias eruditas. La obra se inscribe en el género de la «fábula mitológica» que conocería un gran desarrollo en la poesía española del siglo XVI y XVII, anticipando creaciones posteriores de autores como Luis de Góngora. Hurtado de Mendoza demuestra aquí su capacidad para combinar erudición mitológica, sensibilidad poética y dominio técnico del verso, ofreciendo una obra que integra la tradición clásica latina con las innovaciones formales del Renacimiento italiano.
Estilo literario y aportaciones
El estilo literario de Diego Hurtado de Mendoza se caracteriza por una notable versatilidad que le permitió moverse con soltura entre registros muy diversos, desde la lírica amorosa más refinada hasta la sátira más desenfadada, pasando por la prosa historiográfica de corte clásico. En su poesía amorosa italianizante, cultivó con maestría el endecasílabo y la estructura del soneto, demostrando un profundo conocimiento de la métrica italiana y una habilidad notable para crear efectos sonoros mediante aliteraciones, paronomasias y juegos fónicos. Su lenguaje poético en esta vertiente culta se caracteriza por la elegancia, la claridad expositiva, el equilibrio sintáctico y el uso de imágenes petrarquistas codificadas, aunque sin caer en la mera repetición mecánica de tópicos, pues supo insuflar a sus composiciones una voz personal que combina la sensibilidad lírica con la reflexión intelectual.
Una de sus principales aportaciones a la literatura española fue precisamente su papel como introductor y consolidador de las formas métricas italianas en España. Junto a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, Hurtado de Mendoza formó parte de esa primera generación de poetas que se atrevió a abandonar las formas tradicionales castellanas (el octosílabo, la copla, el villancico) para adoptar el verso italiano, especialmente el endecasílabo, y las estrofas italianas como el soneto, la octava real, la lira o los tercetos encadenados. Esta renovación métrica no fue un simple cambio formal, sino que implicó una transformación profunda de la sensibilidad poética española, incorporando temas, conceptos y modos expresivos propios del Renacimiento italiano. Hurtado de Mendoza contribuyó decisivamente a demostrar que el castellano podía acoger con naturalidad estas innovaciones sin perder su carácter propio.
En su poesía burlesca y satírica, Hurtado de Mendoza desarrolló un estilo muy diferente, caracterizado por el ingenio verbal, la ironía corrosiva y el uso de un lenguaje que mezcla registros cultos y populares con gran libertad expresiva. Estas composiciones revelan su capacidad para el humor inteligente, la parodia literaria y la crítica social encubierta bajo el velo de la burla. Su prosa historiográfica en la Guerra de Granada muestra, por su parte, la influencia de los modelos historiográficos latinos, especialmente Tácito y Salustio, adoptando un estilo sobrio, analítico y sentencioso, con construcciones sintácticas elaboradas y un léxico preciso que busca la claridad expositiva sin renunciar a la elegancia retórica. Esta multiplicidad estilística refleja el ideal renacentista del humanista completo, capaz de dominar diversos géneros y registros según las exigencias de cada ocasión.
Otra aportación fundamental de Hurtado de Mendoza fue su labor como traductor y transmisor de la cultura clásica. Tradujo la Mecánica de Aristóteles al castellano, realizando además comentarios y anotaciones que demuestran su profundo conocimiento de la física aristotélica y su capacidad para dialogar con la tradición filosófica antigua. Su inmensa biblioteca, reunida durante años en Italia y España, contenía manuscritos griegos de gran valor, códices medievales, herbarios científicos y las mejores ediciones impresas de autores clásicos. Esta biblioteca, que tras su muerte pasó a formar parte de los fondos de la Biblioteca de El Escorial, constituye un testimonio elocuente de su pasión humanística y de su papel como preservador y difusor del patrimonio cultural grecolatino.
Legado e influencia
El legado de Diego Hurtado de Mendoza en la literatura española resulta fundamental para comprender la consolidación del Renacimiento en España. Su obra poética, aunque circuló principalmente en manuscritos durante su vida y no fue publicada de forma completa hasta mucho después de su muerte, ejerció una influencia notable en los poetas de la segunda mitad del siglo XVI y del XVII. Autores como Fernando de Herrera, los hermanos Argensola o el conde de Villamediana conocieron y aprovecharon las innovaciones métricas y estilísticas de Hurtado de Mendoza, reconociéndole como uno de los maestros en el uso del soneto y del verso italiano. Su poesía burlesca, por su parte, anticipó desarrollos posteriores en la sátira y la poesía jocosa del Siglo de Oro, conectando con la obra de autores como Francisco de Quevedo.
Su Guerra de Granada se convirtió en una fuente historiográfica imprescindible para el conocimiento del conflicto morisco, siendo citada y utilizada por historiadores posteriores como referencia fundamental sobre este episodio crucial de la historia española. La obra destaca por su relativa objetividad para la época, su capacidad analítica y su prosa elegante, que convierte la narración histórica en una pieza literaria de alto valor. Durante siglos fue considerada el testimonio más autorizado sobre la rebelión de las Alpujarras, aunque la crítica moderna ha matizado algunas de sus interpretaciones. Su enfoque, que combina la narración cronística con la reflexión política y la descripción geográfica, influyó en el desarrollo de la historiografía española moderna.
La figura de Hurtado de Mendoza ha suscitado también interés por su conexión con obras de autoría disputada, especialmente el Lazarillo de Tormes, novela fundacional de la literatura picaresca que durante mucho tiempo le fue atribuida debido a ciertas coincidencias estilísticas y temáticas. Aunque la crítica actual ha descartado mayoritariamente esta atribución, el debate sobre la autoría del Lazarillo contribuyó a mantener vivo el interés por la obra de Hurtado de Mendoza y a estudiar con mayor profundidad sus escritos en prosa, especialmente aquellos de carácter satírico o costumbrista.
En la actualidad, Diego Hurtado de Mendoza es reconocido como una de las figuras más representativas del humanismo español renacentista, encarnando el ideal del hombre completo que une las armas y las letras, la acción política y la reflexión intelectual, el servicio al Estado y la dedicación a la cultura. Su biblioteca, sus traducciones, su poesía y su prosa historiográfica conforman un corpus que documenta admirablemente la asimilación de la cultura clásica y renacentista italiana por parte de la intelectualidad española del siglo XVI. Los estudios contemporáneos han revalorizado especialmente su poesía burlesca, reconociendo en ella no solo ingenio verbal sino también una mirada crítica sobre la sociedad de su tiempo. Su obra continúa siendo objeto de investigación filológica, ediciones críticas y estudios literarios que buscan precisar el corpus auténtico de sus escritos y valorar en su justa medida su contribución a la literatura española.
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Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.
Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!
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